Dentro de un rato ya podremos decir que es otoño, aunque todavía por el sur el verano se siente y supongo y espero que podremos disfrutarlo algo más, aunque el calendario marque otra cosa. Y es que inevitablemente por más que te guste algo, muchas veces se acaba. Como inevitable es el destino y al final por más empeño que pongas, hay cosas que está de que no y es que no.
Como inevitable fue este viento que hacía el día que hicimos las fotos, así que más que evitarlo mejor dejarse envolver por él y así, bastante despeinada, con unos pantalones que inevitablemente cuando voy al armario más de una y dos veces los cojo, son mi comodín cuando no encuentro mucha inspiración y más cuando hay poco tiempo y te vistes a trompicones, como este día, que cogí un poquito de aquí y poquito de allí y resultó esta combinación que os muestro hoy.
Inevitablemente se acaba el verano y aun siendo un verano con malos sabores me da pena que se acabe, también lo he intentado aprovechar al máximo, yo siempre prefiero quedarme con lo bueno de todo, con lo que aprendes y si algo he aprendido en estos meses es que la vida, inevitablemente, nos puede cambiar en cuestión de minutos o segundos, por eso cada momento es tan único e irrepetible que hay que saborearlo mucho. Bueno, ando un poco nostálgica... menos mal que tengo este azul eléctrico que me inyecta fuerza, alegría y vitamina.
Miles de gracias.